Unidad 3 Tipos de entrevista, su interacción y campos de aplicación - Contenidos y referentes bibliográficos (Libro 2)
Fernández, B. R. (2013). Evaluación psicológica: conceptos, métodos y estudio de casos (2a. ed.). Madrid, ES: Larousse - Ediciones Pirámide. Pp 45-120.
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4.6. Ámbitos de aplicación
Nuestros modelos difieren, por último, en el ámbito de la psicología aplicada en donde se sitúan. La evaluación psicológica, ya se ha dicho, está fuertemente asociada a las distintas aplicaciones de la psicología: clínica, educativa, organizacional y del trabajo como las más importantes. No tiene nada de particular que algunos modelos hayan surgido, fundamentalmente, con el propósito de ser aplicados en una área concreta y que en esa área concreta hayan sido elaborados a la hora de responder a preguntas concretas. Lógicamente, esto está a su vez relacionado con la utilización del modelo en cuanto a sus posibilidades de descripción, clasificación, predicción y/o explicación y control. El modelo del atributo se ha desarrollado desde la psicología diferencial y de la personalidad y, en evaluación, fundamentalmente, es relevante ante demandas de orientación y de selección en el ámbito de las organizaciones, aunque también cuan- do se trata de realizar una predicción clínica. Por el contrario, el modelo médico —que, en parte, es una derivación clínica y de la salud del modelo del atributo— se ha dedicado casi totalmente a este ámbito. Asimismo, el modelo dinámico, por basar- se en el estudio de la conducta anormal, actúa, fundamentalmente, en situaciones clínicas y de la salud.
5. ALTERNATIVAS POLÉMICAS
Tres son las alternativas polémicas más importantes que se han desarrollado en nuestra disciplina derivadas de las peculiaridades que, como hemos comentado, han surgido de los distintos modelos de la evaluación psicológica: lo idiográfico versus lo nomotético, lo cualitativo versus lo cuantitativo y la evaluación tradicional versus la conductual. Vamos ahora a plantear una breve síntesis de cada una de estas polarizaciones.
5.1. Lo idiográfico versus lo nomotético
Según el filósofo Windelband, las ciencias pueden ser divididas en dos grandes grupos: las nomotéticas y las idiográficas. Mientras que las segundas se dedican al estudio de los fenómenos individuales, las primeras tienen como objetivo el hallazgo de los principios generales aplicables a los fenómenos objeto de estudio. Tal división, así como el encuadre indebido de la psicología entre las ciencias idiográficas, provocó múltiples discusiones. Sin embargo, la psicología científica es, inequívocamente, una disciplina cuyo objetivo es la búsqueda de los principios generales aplicables a la conducta humana relativos a la percepción, el aprendizaje o la memoria, y, por tanto, es una ciencia claramente nomotética.
5.2. Lo cualitativo versus lo cuantitativo
Tanto el análisis de los métodos básicos como el de las técnicas utilizadas en los modelos estudiados conducen a una dicotomía —hallada también por Coan (1967) en el análisis de la teoría psicológica— entre lo que podríamos llamar cualitativo frente a lo cuantitativo. Con respecto a la evaluación desde el enfoque cualitativo (representado esencialmente por los modelos dinámico y constructivista), se trata de realizar un análisis global y comprehensivo del sujeto en examen, mientras que desde la aproximación cuantitativa —representado esencialmente por el modelo del rasgo— se exige la medición de las respuestas del sujeto ante situaciones estandarizadas, así como que su elaboración sea mecánica.
5.3. La evaluación tradicional versus la evaluación conductual
Durante los últimos cuarenta años se ha producido una polémica entre los propios modelos teóricos que ha venido enfrentando al enfoque teórico conductual con todos los restantes (esencialmente con los del rasgo, dinámico y médico). Parte de esa polémica puede extraerse de nuestra discusión entre los distintos modelos.
6. SÍNTESIS CONCEPTUAL
Hasta aquí los modelos, teorías o aproximaciones teóricas que sirven de base a la evaluación psicológica, así como las alternativas polémicas más importantes que se han suscitado. Hemos visto cómo estos marcos teóricos difieren entre sí en una serie de aspectos (formulación explicativa, variables o unidades de evaluación propuestas, métodos y técnicas, niveles de inferencia, objetivos y ámbitos de aplicación). Así también se han examinado tres de las más grandes polémicas discutidas en el entorno de la evaluación psicológica. Hemos visto que tales extremos polémicos están muy matizados y no aparecen en la actualidad con la virulencia de antaño. Por otra parte, también hemos visto que los distintos modelos son más o menos útiles según los objetivos de evaluación y el contexto de aplicación.
1. El/los comportamiento/s objeto de estudio
La evaluación psicológica tiene por objeto el estudio del comportamiento del sujeto en evaluación. Este comportamiento ha de ser estudiado a los niveles de complejidad requeridos; así, partimos de que por conducta ha de entenderse tanto lo que hace un sujeto (sus ejecuciones) como lo que piensa, siente o experimenta. Es comúnmente admitido que la conducta presenta tres modalidades distintas, a saber:
— Conducta motora: es toda aquella manifestación externa que implica actividades eferenciales externamente observables. Por ejemplo, caminar, mirar, saludar, llorar, etc
. — Conducta cognitiva: supone todo aquello que piensa o experimenta un sujeto. Por ejemplo, si se siente triste o alegre, si piensa que le persiguen, qué automensajes emite al realizar una tarea, etc.
— Conducta psicofisiológica: comprende las actividades del sistema nervioso. Por ejemplo, tasa cardíaca, presión arterial, actividad cortical, etc.
2. Condiciones personales
La predicción y explicación del comportamiento mediante el análisis y especificación de una serie de variables de la persona o de la personalidad es una constante en la mayoría de los modelos presentados. Ello, como hemos visto, ha sido controverti- do desde enfoques situacionistas o conductistas. Sin embargo, es de común acuerdo que los seres humanos cuentan con una serie de competencias, habilidades, destrezas o atributos psicológicos que son ciertamente estables y que pueden ser entendidos como disposiciones de respuesta o repertorios básicos de conducta. Así, por ejemplo, si una persona es más o menos «inteligente», tiene un mayor o menor autocontrol o un mayor o menor nivel de ansiedad, serán condiciones personales que habrá que indagar si procede según el caso.
3. Condiciones ambientales pasadas
A pesar de que en la gran mayoría de los modelos comentados no aparecían, explícitamente, las condiciones ambientales pasadas en la formulación de la conducta, sabemos que una importante porción de la varianza, tanto del comporta- miento como de las variables de personalidad, es explicada mediante las condiciones ambientales históricas del sujeto, es decir, su historia de aprendizaje.
4. Condiciones ambientales actuales
En una gran parte de nuestros modelos, el ambiente actual es considerado la fuente explicativa en el estudio del comportamiento. Así pues, son de inexcusable examen aquellas condiciones ambientales que pudieran provocar, mantener y controlar el comportamiento objeto de estudio. Un listado esquemático de tales condiciones es el siguiente: 1) Estímulos físicos y sociales relevantes con propiedades elicitadoras, discriminativas o reforzantes. 2) Situaciones facilitadoras o inhibidoras del comportamiento adaptativo. 3) Situaciones problemáticas físicas y sociales relaciona- das con el comportamiento objeto de estudio. 4) Contextos actuales relevantes (familiar, escolar, laboral, interpersonal, etc.).
5. Condiciones biológicas
Finalmente, aunque el objeto de la psicología es el comportamiento (y no lo biológico), en algunos de los modelos reseñados a ciertas condiciones biológicas les es concedido el poder causal de la conducta. Por ese motivo, el psicólogo debe estar preparado para identificar en qué casos se requerirá la intervención de otro especialista a la hora de complementar con evaluaciones biológicas. Desde luego, conviene enfatizar que no siempre se requiere la consideración de estos factores y que, por tanto, la evaluación de las condiciones biológicas puede ser tan sólo necesaria en el contexto de aplicación clínico o psicopatológico. En resumen, cuando trabajamos con sujetos intactos (sanos) no se requerirán tales indagaciones.
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