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Unidad 3 Tipos de entrevista, su interacción y campos de aplicación - Contenidos y referentes bibliográficos (Libro 2)

Fernández, B. R. (2013). Evaluación psicológica: conceptos, métodos y estudio de casos (2a. ed.). Madrid, ES: Larousse - Ediciones Pirámide. Pp 45-120.

https://elibro-net.bibliotecavirtual.unad.edu.co/es/ereader/unad/49032


4.6. Ámbitos de aplicación

 Nuestros modelos difieren, por último, en el ámbito de la psicología aplicada en donde se sitúan. La evaluación psicológica, ya se ha dicho, está fuertemente asociada a las distintas aplicaciones de la psicología: clínica, educativa, organizacional y del trabajo como las más importantes. No tiene nada de particular que algunos modelos hayan surgido, fundamentalmente, con el propósito de ser aplicados en una área concreta y que en esa área concreta hayan sido elaborados a la hora de responder a  preguntas concretas. Lógicamente, esto está a su  vez relacionado con la utilización del modelo en  cuanto a sus posibilidades de descripción, clasificación, predicción y/o explicación y control. El modelo del atributo se ha desarrollado desde  la psicología diferencial y de la personalidad y, en  evaluación, fundamentalmente, es relevante ante  demandas de orientación y de selección en el ámbito de las organizaciones, aunque también cuan- do se trata de realizar una predicción clínica. Por  el contrario, el modelo médico —que, en parte, es  una derivación clínica y de la salud del modelo del  atributo— se ha dedicado casi totalmente a este  ámbito. Asimismo, el modelo dinámico, por basar- se en el estudio de  la conducta anormal, actúa,  fundamentalmente, en situaciones clínicas y de la  salud.

5. ALTERNATIVAS POLÉMICAS

 Tres son las alternativas polémicas más importantes que se han desarrollado en nuestra disciplina derivadas de las peculiaridades que, como hemos  comentado,  han  surgido  de  los  distintos  modelos de la evaluación psicológica: lo idiográfico versus lo nomotético, lo cualitativo versus lo  cuantitativo y la evaluación tradicional versus la  conductual. Vamos ahora a plantear una breve  síntesis de cada una de estas polarizaciones.

5.1. Lo idiográfico versus lo nomotético

 Según el filósofo Windelband, las ciencias pueden ser divididas en dos grandes grupos: las nomotéticas y las idiográficas. Mientras que las segundas se dedican al estudio de  los  fenómenos  individuales, las primeras tienen como objetivo el  hallazgo de los principios generales aplicables a  los fenómenos objeto de estudio. Tal división, así como el encuadre indebido de la psicología entre  las ciencias idiográficas, provocó múltiples discusiones. Sin embargo,  la psicología científica es,  inequívocamente, una disciplina cuyo objetivo es  la búsqueda de los principios generales aplicables  a la conducta humana relativos a la percepción, el  aprendizaje o  la memoria, y, por  tanto, es una  ciencia claramente nomotética.

5.2. Lo cualitativo versus lo cuantitativo 

Tanto el análisis de los métodos básicos como  el de las técnicas utilizadas en los modelos estudiados conducen a una dicotomía —hallada también por Coan (1967) en el análisis de la teoría  psicológica— entre lo que podríamos llamar cualitativo frente a lo cuantitativo. Con respecto a la  evaluación desde el enfoque cualitativo (representado esencialmente por los modelos dinámico y  constructivista),  se  trata de realizar un análisis  global  y  comprehensivo  del  sujeto  en  examen,  mientras que desde la aproximación cuantitativa  —representado esencialmente por el modelo del  rasgo— se exige la medición de las respuestas del  sujeto ante situaciones estandarizadas, así como  que su elaboración sea mecánica.

5.3. La evaluación tradicional versus la evaluación conductual 

Durante los últimos cuarenta años se ha producido una polémica entre los propios modelos  teóricos  que ha venido enfrentando al enfoque  teórico conductual con todos los restantes (esencialmente con los del rasgo, dinámico y médico).  Parte de esa polémica puede extraerse de nuestra  discusión entre los distintos modelos.

6. SÍNTESIS CONCEPTUAL 

Hasta aquí los modelos, teorías o aproximaciones teóricas que sirven de base a la evaluación  psicológica, así como las alternativas polémicas  más  importantes que  se han  suscitado. Hemos  visto cómo estos marcos teóricos difieren entre sí  en una serie de aspectos (formulación explicativa,  variables o unidades de evaluación propuestas,  métodos y técnicas, niveles de inferencia, objetivos y ámbitos de aplicación). Así también se han  examinado tres de las más grandes polémicas discutidas en el entorno de la evaluación psicológica.  Hemos visto que tales extremos polémicos están  muy matizados y no aparecen en  la actualidad  con la virulencia de antaño. Por otra parte, también hemos visto que los distintos modelos son  más o menos útiles según los objetivos de evaluación y el contexto de aplicación.

1. El/los comportamiento/s objeto de estudio

 La evaluación psicológica tiene por objeto el  estudio del comportamiento del sujeto en evaluación. Este comportamiento ha de ser estudiado a  los niveles de complejidad requeridos; así, partimos de que por conducta ha de entenderse tanto  lo que hace un sujeto (sus ejecuciones) como lo  que piensa, siente o experimenta. Es comúnmente  admitido que la conducta presenta tres modalidades distintas, a saber: 

—   Conducta motora: es toda aquella manifestación externa que implica actividades eferenciales  externamente  observables.  Por  ejemplo, caminar, mirar, saludar, llorar, etc

. —   Conducta cognitiva: supone todo aquello  que piensa o experimenta un  sujeto. Por  ejemplo, si se siente triste o alegre, si piensa  que le persiguen, qué automensajes emite  al realizar una tarea, etc. 

—   Conducta psicofisiológica: comprende las  actividades del sistema nervioso. Por ejemplo, tasa cardíaca, presión arterial, actividad cortical, etc.

2. Condiciones personales 

La predicción y explicación del comportamiento mediante el análisis y especificación de una serie  de variables de la persona o de la personalidad es  una constante en la mayoría de los modelos presentados. Ello, como hemos visto, ha sido controverti- do desde enfoques situacionistas o conductistas.  Sin embargo, es de común acuerdo que los seres  humanos cuentan con una serie de competencias,  habilidades, destrezas o atributos psicológicos que  son ciertamente estables y que pueden ser entendidos como disposiciones de respuesta o repertorios básicos de conducta. Así, por ejemplo, si una persona es más o menos «inteligente», tiene un mayor o  menor autocontrol o un mayor o menor nivel de  ansiedad, serán condiciones personales que habrá  que indagar si procede según el caso. 



3. Condiciones ambientales pasadas 

A pesar de que en la gran mayoría de los modelos comentados no aparecían, explícitamente,  las condiciones ambientales pasadas en la formulación de la conducta, sabemos que una importante porción de la varianza, tanto del comporta- miento como de las variables de personalidad, es  explicada mediante las condiciones ambientales  históricas del sujeto, es decir, su historia de aprendizaje.

4. Condiciones ambientales actuales 

En una gran parte de nuestros modelos, el ambiente actual es considerado la fuente explicativa  en el estudio del comportamiento. Así pues, son  de inexcusable examen aquellas condiciones ambientales que pudieran provocar, mantener y controlar el comportamiento objeto de estudio. Un  listado esquemático de tales condiciones es el siguiente: 1) Estímulos físicos y sociales relevantes  con propiedades elicitadoras, discriminativas o  reforzantes. 2) Situaciones facilitadoras o inhibidoras del comportamiento adaptativo. 3) Situaciones problemáticas físicas y sociales relaciona- das con el comportamiento objeto de estudio. 4)  Contextos actuales relevantes (familiar, escolar,  laboral, interpersonal, etc.).

5. Condiciones biológicas

Finalmente, aunque el objeto de la psicología  es el comportamiento (y no lo biológico), en algunos de los modelos reseñados a ciertas condiciones biológicas les es concedido el poder causal de  la conducta. Por ese motivo, el psicólogo debe estar preparado para identificar en qué casos se requerirá la  intervención de otro especialista a la  hora de complementar con evaluaciones biológicas. Desde luego, conviene enfatizar que no siempre se requiere la consideración de estos factores  y que, por tanto, la evaluación de las condiciones  biológicas puede ser tan sólo necesaria en el contexto de aplicación clínico o psicopatológico. En  resumen, cuando trabajamos con sujetos intactos  (sanos) no se requerirán tales indagaciones. 



1. INTRODUCCIÓN
 Hemos dejado establecido en el capítulo anterior que el objeto de la evaluación psicológica es  el estudio científico del comportamiento de un  sujeto o grupo especificado de sujetos. Tal estudio debe  llevarse a cabo mediante un procedimiento reglado, con unas fases establecidas propias del método científico-positivo, de tal forma  que pueda ser replicado, como ocurre en  toda  investigación científica. Por ello, ese procedimiento o proceso evaluador cobra un interés prioritario. 
El proceso en evaluación es parangonable al  del «estudio de casos» tan utilizado en la ciencia  natural, que permite la descripción, clasificación  y, a veces, predicción de ese caso específico y que,  recientemente, aparece bajo la rúbrica de «formulación del caso» (case formulation) como una primera etapa necesaria en el proceso de evaluación  y tratamiento (Nezu y Nezu, 2004). Pero eso no es  todo: los avances de los diseños de caso único han  puesto de manifiesto que en el trabajo con un solo  sujeto pueden mantenerse las garantías de rigor  experimental, permitiéndose  incluso  la explicación de las actividades objeto de estudio y su control.
2. EL PROCESO DE EVALUACIÓN: GENERALIDADES
La evaluación psicológica implica un proceso, es decir, conlleva una serie de pasos que han de producirse en un cierto orden. El proceso de evaluación ha sido estudiado a través de múltiples investigaciones y desde múltiples modelos teóricos (para una revisión, véanse Fernández-Ballesteros, De Bruyn, Godoy, Hornke, Ter Laak, Vizcarro, Westhoff, Westmeyer y Zaccagnini, 2001, y la  página: www.hhpub.com/journals/ejpa). 


3. EL PROCESO: SU ENFOQUE DESCRIPTIVO-PREDICTIVO2 
La mayor parte de los autores establecen que  las etapas básicas del proceso de evaluación son  cuatro: 1) primera recogida de  información, 2)  formulación de hipótesis y deducción de enunciados contrastables, 3) contrastación y 4) comunicación de resultados: el informe (oral y/o escrito). Estos cuatro pasos engloban todas las tareas que  el  evaluador  realiza  cuando  la  demanda  es  de  diagnóstico, orientación o selección, que habrán  de ser extendidas a tres fases más en la segunda  variante interventiva-valorativa. En la figura 2. La  podemos ver un diagrama del enfoque descriptivo-predictivo. Veamos con cierto detenimiento las  cuatro fases de las que se compone este proceso  en evaluación psicológica, que ejemplificaremos  fase a fase mediante un caso.





3.1. Fase 1. Primera recogida de información 
En principio, cuando se plantea una evaluación  psicológica, el evaluador se sitúa como un observador participante y un «recolector» de información sobre el caso. Durante esta fase resulta necesario recabar datos suficientes sobre los siguientes  aspectos: 1) especificar la demanda y fijar objetivos sobre el caso y 2) establecer las condiciones históricas y actuales pertinentes al caso (biológicas, sociales y ambientales). Veamos ambas tareas.
3.1.1. Especificar la demanda y fijar objetivos sobre el caso
 El primer objetivo que persigue un psicólogo al  iniciar una evaluación psicológica es el de la clarificación de  la demanda. La demanda puede ser  planteada bien por el propio sujeto, bien por una  tercera persona que se convierte en el cliente de la  evaluación (un juez, un médico, unos padres). En  ambos casos, existe una petición más o menos precisa del sujeto/cliente que el evaluador debe clarificar formulando —con ayuda del sujeto/cliente—  unos objetivos  concretos. Esto  resulta,  a veces,  difícil, ya que es frecuente que el sujeto no tenga  muy clara su demanda, y el psicólogo deberá ayudar en la transformación de planteamientos vagos  en términos concretos. Una breve guía de esta indagación deberá contener las siguientes preguntas:
 —   Motivo de la consulta.
 —   Por qué se solicita la evaluación. 
—   Qué se desea conseguir de ella. 
—   Cuál es la demanda concreta en términos  de diagnóstico, orientación, selección o tratamiento y cambio. 
—   Y,  en  su  caso,  cuáles  son  los  comportamientos que, inicialmente, van a constituir  el objeto de análisis en ese caso concreto.

Esta primera aproximación al análisis de la demanda ha de realizarse, como veremos, mediante  técnicas de amplio espectro, como es la entrevista  al cliente y/o sujeto y sus allegados, o a través de  otros procedimientos generales de evaluación. Dos cuestiones éticas han de ser contempladas  tras la especificación de la demanda: 
—   Si se trata de una demanda lícita. 
—   Si el psicólogo está capacitado para abordar la demanda y cumplir los objetivos.

 Una vez que el evaluador ha decidido que va a  proceder a la evaluación porque la demanda es  adecuada y está capacitado para responder a ella,  el sujeto ha de ser informado por el evaluador de  los siguientes extremos:

—   Que va a ser administrada una serie de técnicas, tests y otros instrumentos psicológicos, para lo cual solicita su conformidad. 
—   Que todos ellos requerirán de su colaboración. 
—   Que toda la información que se obtenga se  mantendrá en la misma estricta confidencialidad.

Si todo ello es aceptado por el cliente y/o sujeto (en caso negativo, el evaluador deberá renunciar o replantear la evaluación), el evaluador deberá establecer un acuerdo formal con el cliente/ sujeto en el que especificará las mutuas obligaciones (confidencialidad, colaboración mutua, conformidad  por  parte  del  sujeto)  y  describirá  al  cliente/sujeto en qué va a consistir su trabajo evaluativo y, en su caso,  interventivo (diagnóstico,  orientación, selección y tratamiento).

3.1.2.   Especificar las condiciones históricas y actuales potencialmente relevantes al caso
En segundo  lugar, puede  resultar necesario  indagar en aquellos aspectos ambientales y personales que forman parte de la historia del sujeto,  cuyo  interés va a depender  tanto de  la de- manda como de su edad y otras condiciones del  caso. Por supuesto, esta segunda fase está guiada  nuevamente por la demanda formulada, la base  de conocimiento que exige la demanda, las habilidades evaluativas del psicólogo y, desde luego,  por  su  marco  teórico  (véase  capítulo  1;  véase  Apéndice [CD]: «Formatos de entrevista», capittulo 5).

3.2. Fase 2. Formulación de hipótesis y deducción de enunciados verificables 

Esta  fase —coincidente con  la actividad de  plantear supuestos verificables sobre el caso— se  realiza en función de las observaciones e  informaciones recibidas. Estos planteamientos están  próximos a  lo que se ha llamado «formulación  de casos», que en los últimos años ha recibido  gran atención  (véase Haynes y O’Brien,  2000,  número especial del European Journal of Psychological Assessment, 3, 2011, 2003).

3.2.2.   Deducción de enunciados verificables

 Las hipótesis  son de  tipo general, por  ello,   difícilmente verificables si no están especificadas  mediante medidas. En otras palabras, se requiere  especificar  las variables  involucradas mediante  los instrumentos con los que van a ser estudia- das o medidas. Por tanto, la deducción de enunciados verificables permitirá establecer conclusiones  contrastables,  lo  cual  conlleva  que  las  hipótesis (y las variables que contienen) estén debidamente operacionalizadas según los  instrumentos  de  evaluación  a  aplicar.  Ello  conlleva  dos pasos: 

—  Realizar el listado de las variables implicadas. 
— Seleccionar  los  tests y  técnicas concretas (utilizando los criterios psicométricos pertinentes para su selección; véase capítulo 4) con los que se van a evaluar, así como el  procedimiento a seguir en la evaluación.

3.3. Fase 3. Contrastación: administración de tests y otras técnicas de evaluación

 Tres son las subfases que se integran en la fase  de contratación del proceso descriptivo-predictivo de evaluación: 1) preparación y planificación  de los instrumentos a utilizar; 2) administración  de los tests y técnicas seleccionados a través de los  procedimientos establecidos, y 3) el análisis de los  resultados en orden a la comprobación de las hipótesis

3.4. Fase 4. Comunicación de resultados: el informe 

Todo proceso de evaluación concluye con la  integración de los resultados obtenidos y su comunicación al cliente/sujeto. Ello es una condición científica, así como un requisito ético que el  psicólogo debe cumplir. Esta fase tiene a su vez  dos subfases: 1) integración de los resultados obtenidos y 2) comunicación al cliente/sujeto, que  será oral y/o escrita.

4. EL PROCESO: SU ENFOQUE INTERVENTIVO-VALORATIVO
 
Ya se ha dicho que cuando la demanda (y/o los  objetivos del cliente y/o sujeto en evaluación) es  de cambio o modificación del comportamiento  —lo cual requiere, explícita o implícitamente, una  explicación de la conducta a cambiar o modificar—, el evaluador ha de adoptar una variante  del proceso en la que, a la hora de comprobar esas  hipótesis funcionales, se exige una intervención y  su valoración.



5. INDICACIONES 
Hasta aquí  hemos  presentado  dos  tipos  de  procesos de evaluación. La indicación de uno y  otro, ya se ha dicho, procede del tipo de demanda  formulada y objetivos planteados; el proceso descriptivo-predictivo está indicado cuando lo que  se pretende es un diagnóstico, una orientación o  una selección, mientras que el proceso interventivo-valorativo ha de llevarse a cabo cuando la de- manda de nuestro  cliente  es de  intervención y  cambio y, por tanto, debe procederse a la administración de un tratamiento y a su valoración  posterior. 

Ambos procesos difieren también en las técnicas de contrastación de los supuestos formulados.  En el proceso descriptivo-predictivo se utilizan  técnicas tales como la observación, los tests, los  autoinformes u otros métodos de recogida de in- formación. Si, en algún caso, se utilizan técnicas  en las que se manipula alguna variable independiente (como, por ejemplo, puede ocurrir en los  tests de potencial de aprendizaje —véase Apéndice 2.4— o en los Assessment Center) con el fin de  observar sus efectos sobre la ejecución del sujeto  en un test (a partir de lo propuesto por Shapiro,  1951), con ello no se pretenderá más que llegar a  establecer predicciones sobre los efectos de futuros tratamientos sobre el comportamiento, pero  no están dirigidos a cambios duraderos del mismo. En ningún caso, durante el proceso descripti- vo-predictivo, se llega a una verificación experimental de las hipótesis formuladas, sino, tan sólo,  a la descripción, clasificación y predicción probabilística de la conducta del sujeto (o grupo de su- jetos).

LAS TÉCNICAS DURANTE EL PROCESO DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

 A lo largo de la descripción de ambos procesos  de evaluación nos hemos referido a los distintos instrumentos (tests y otras técnicas de evaluación)  que han de ser utilizados a la hora de operacionalizar y recoger  información de cada una de  las  variables implicadas en el caso: entrevistas, observaciones, tests. Los métodos de evaluación van a ser descritos  pormenorizadamente en la parte segunda de este  texto en los capítulos 5, 6 y 7, y los tests psicométricos más utilizados lo serán en el capítulo 8 y se  presentan, además, en el CD de Apéndices, por  lo que no vamos a referirnos a ellos en esta sección. Lo que sí es importante es resaltar que en  cada momento del proceso de evaluación (tanto  descriptivo-predictivo como interventivo-valorativo) los instrumentos y tests (como herramientas  que son de recogida de información de las variables implicadas en el caso) han de ser selecciona- dos eficientemente, en virtud de su amplitud para  recoger información relevante en momentos concretos del proceso. Así, existen métodos e instrumentos  de  amplio  espectro  que  habrán  de  ser  utilizados  en  las  primeras  etapas  del  proceso,  mientras que otros se dirigen a evaluar unos aspectos muy específicos del funcionamiento psico- lógico, y habrá que utilizarlos más adelante o,  incluso, a la hora de valorar la intervención aplicada.





INTRODUCCIÓN 
El proceso en evaluación psicológica —tanto descriptivo-predictivo como interventivo valorativo— termina con la comunicación oral y/o escrita de sus resultados. En la información suministrada se presentará el diagnóstico, las descripciones, orientaciones, predicciones y propuestas de intervención y, en su caso, valoración de la intervención realizada que dé respuesta a los objetivos planteados inicialmente por el sujeto o remitente. Así pues, como señala Tallent (1988), la expresión palpable de la evaluación psicológica, como culminación de un proceso, es el informe.

2. NORMAS Y GUÍAS PARA EL INFORME 

En el cuadro 3.1 se presentan los cinco artículos que establece el código deontológico (véase capítulo 4, Apéndice) elaborado por el Consejo de Colegios Oficiales de Psicólogos (2010), que rigen específicamente para la comunicación de resultados y el informe psicológico. Las características esenciales que marca el código deontológico son las relativas a la confidencialidad, los derechos del sujeto a conocer el informe (aunque haya sido demandado por otras personas o instituciones), a no ser que se deriven de ello males mayores, la necesidad de hacerlo comprensible y útil y la importancia de no utilizar en él un lenguaje descalificador.

3. TIPOS DE INFORME 
El informe puede ser organizado de muy distintas formas; desde lo particular y más sencillo hasta lo más global y comprometido, el informe puede realizarse con base en las técnicas aplica- das, con base en el problema o situación evaluada y con base en la teoría de base del evaluador. Dado que nuestra propuesta trata de congregar distintos componentes de estos tres tipos de informe, vamos a tratar de examinarlos con algún            detenimiento.

a) Basado en las técnicas

 Una de las formas más frecuentes de organizar el material de evaluación es aquella en la que se presentan los resultados obtenidos por el sujeto ordenados según los tests y técnicas administra- dos. Este tipo de informe no exige ningún esfuerzo de organización y síntesis de resultados, por lo que su redacción es francamente sencilla. Por ende, los datos incongruentes procedentes de las distintas técnicas empleadas no tienen por qué ser justificados. Por estas razones, general mente es utilizado por evaluadores neófitos en vías de entrenamiento o bien cuando un sujeto es remitido a un psicólogo para que realice la administración de un determinado test o técnica de evaluación. El inconveniente más importante de este tipo de informe está en lo incomprensible que puede resultar para quienes no son psicólogos, de modo que el individuo que consulta a un psicólogo en demanda de ayuda, el contexto escolar que solicita orientación educativa para sus escolares o el jefe de personal que persigue la selección del mejor candidato para un puesto de trabajo.

b) Basado en el problema 

El informe basado en el problema está diseña- do en función de las cuestiones planteadas por el remitente (o el sujeto). Este tipo de informe centrado en los objetivos del caso puede ser redacta- do en base a formatos previamente definidos.
Un ejemplo de este tipo de informe, que conviene resaltar por su eficacia, es el «Registro Orientado al Problema» (Problem-Oriented Record, POR), diseñado por Weed (1971). Su ventaja fundamental es la de permitir un informe unitario utilizable por distintos profesionales en situaciones clínicas, e incluso se ha generalizado electrónicamente (Rector et al., 1990). En el POR se integran cuatro componentes. En primer lugar, los datos básicos en los que se vierte toda la información que forma la base de la toma de decisión posterior. Se incluyen así datos biográficos, análisis clínicos, examen del funcionamiento intelectual, de la personalidad, etc. El segundo componente del POR está formado por el listado de problemas, en el que se incluyen trastornos médicos, ambientales, conductuales y sociales y que han sido puestos de manifiesto a través de los datos básicos.

c) Basado en la teoría

Ya se ha dicho que detrás de un evaluador existe siempre una teoría de la conducta humana. Esto —que ha sido tratado como base para formular los distintos modelos de evaluación— puede servir de cauce a la hora de organizar el mate- rial del informe. Así, desde una perspectiva dinámica, en el informe psicológico se incluirán apartados como: «estructura de la personalidad», «mecanismos de defensa», etc. Así también, desde un modelo médico, deberían ser descritos y debidamente ponderados los específicos síndromes y síntomas que el sujeto presente. Existen posibilidades de división aún más particulares o específicas en base a presupuestos teóricos; por ejemplo, al seguir el modelo de Lazarus (1975) —el llama- do por el acrónimo BASIC-1D’—, tendríamos que organizar los resulta dos del informe según los siguientes apartados: conducta, afecto, sensaciones, imaginación, cognición, funcionamiento interpersonal y drogas.

4. CARACTERÍSTICAS DEL INFORME

 El informe debe presentar tres características esenciales: a) ser un documento científico, b) servir de vehículo de comunicación y c) ser útil. Veamos con cierto detenimiento estas tres características.

a) Ser un documento científico

 Ante todo, un informe psicológico es un documento científico. Supone el producto de un proceso ajustado a normas a través del cual se han obtenido unos resultados de los que se deriva una serie de acciones que dan respuesta a la demanda y a los objetivos previamente formulados. Dicho proceso ha sido realizado por un experto (el psicólogo evaluador, auxiliado, en su caso, por sus colaboradores) que asume la responsabilidad de todas sus acciones.
b) Servir de vehículo de comunicación 

No hay que olvidar que si bien el informe es necesario ética y científicamente como producto de una intervención técnica, lo es también como vehículo o transmisor de información a otras personas. Así, el informe puede ser considerado un documento duradero que deja constancia de lo acontecido. En el cuadro 3.4 se presenta una lista de sus funciones.

c) Ser útil 
Las investigaciones existentes unánimemente llegan a la conclusión de que una de las características más aceptadas y apreciadas de los informes psicológicos es que sean útiles. Sin embargo, lo que no está claro es cuál es el concepto de utilidad. El concepto de utilidad es polisémico, e, incluso, la aceptación de los informes por ser «muy prácticos» no parece estar en relación con la manifestación expresa de recomendaciones u orientaciones. El hecho de que informes en los que se presentan características irrelevantes puedan ser plenamente aceptados por los sujetos se ha puesto múltiples veces de relieve, comenzando por Meehl (1956) a mediados del pasado siglo (y repetido en innumerables estudios con los mismos resultados) en su seminal artículo                   «Wanted: a cookbook», en el que propone adoptar la frase «efecto Barnum» para estigmatizar todos aquellos informes clínicos y psicométricos en los que aparecen descripciones triviales.

5. ORGANIZACIÓN DEL INFORME 

El informe es la expresión del trabajo realizado durante el proceso que parte de la demanda efectuada por el sujeto y/o el cliente. En el cuadro 3.3 se presentaron los apartados mínimos que debe contener el informe para que pueda ser considerado un documento científico. La mayor parte de los apartados hacen referencia a condiciones éti- cas y a la esencial característica de replicabilidad de toda actividad científica. Sin embargo, existen múltiples propuestas que completan el esquema presentado en esa tabla y que, sobre todo, amplían el apartado de resultados, que, en definitiva, es lo que se quiere comunicar y, por tanto, resulta de vital importancia para el informe.

Vamos a tratar, aunque sea brevemente, cada uno de estos apartados. 

1. Datos personales del sujeto, del cliente y del/los evaluador/es y fecha de las sesiones de evaluación y del informe. 

Figuran aquí el nombre, sexo, edad, estado civil, escolaridad, profesión y fechas de exploración. Constará también aquí el nombre del/los evaluador/es y su debida acreditación (número de colegiado). 

2. Referencia y objetivos. 

Motivo de la evaluación y objetivos planteados tanto por el remitente del caso como por el pro- pio sujeto y/o sus familiares. 

3. Datos biográficos relevantes.
 Deberán figurar en este apartado aquellos da- tos de interés sobre las condiciones ambientales pasadas, así como sobre el contexto próximo, y algunas informaciones sobre evolución y desarrollo. También se incluirán aquí los datos sociodemográficos relevantes y una referencia a la historia del problema (en su caso). 

4. Conducta durante la exploración. 

En este apartado figurarán los datos relevantes de observación sobre la conducta manifiesta del sujeto durante la exploración. Así, se incluirán observaciones sobre las conductas motoras externas y las conductas verbales dignas de mención (por ejemplo, temblores, falta de coordinación visomotora, llanto, verbalizaciones de inadecuación, etc.); también podrán incluirse las actitudes que el evaluador infiera sobre este tipo de conducta, como, por ejemplo, colaboración, persistencia, intolerancia, etc., siempre y cuando se vea avalado por los comportamientos de base.

 5. Técnicas y procedimientos. 

Se realizará aquí el listado de técnicas, tests o instrumentos utilizados como dispositivos de recogida de información. En el caso de utilizarse tests estandarizados, deberá figurar también la muestra de tipificación utilizada en la obtención de las puntuaciones estándar, así como la fecha de edición. Figurará también toda cuestión de procedimiento que permita la contrastación de la evaluación por otro psicólogo, así como la apreciación de las garantías científicas de los datos (así, por ejemplo, si se ha recurrido a varios observadores, el acuerdo entre ellos).

6. Resultados cuantitativos. 

Se presentarán los resultados cuantitativos (puntuaciones directas, tipificadas, etc.) procedentes de los distintos tests y técnicas de evaluación administrados. En el caso de tratarse de puntuaciones directas, debe establecerse el rango de respuesta o un porcentaje que haga comprensible el dato bruto.

7. Integración de resultados.

Es en este apartado donde, necesariamente, existe mayor heterogeneidad en las formas de presentación, lo cual depende tanto de la demanda y del problema como de la teoría del evaluador.

Se presentarán todos aquellos resultados referidos a comportamientos o características estables procedentes de los sistemas cognitivo-verbal, emocional-motivacional y sensomotor. Esta clasificación es perfectamente compatible con la distinción tradicional entre el funcionamiento intelectual o cognitivo, emocional y psicomotriz. Así, en nuestro informe, cuando lo requiera el caso, podrán figurar datos sobre las funciones intelectuales y, entre ellas, los resultados en torno al nivel intelectual, aptitudes, potencial de aprendizaje, memoria, etc.

8.Conclusiones y recomendaciones: diagnóstico, orientación, selección y, en su caso, objetivos de cambio e intervención. 

En este apartado se dará respuesta a los objetivos planteados. Su contenido dependerá, obvia- mente, del apartado segundo. Así, en un caso de orientación profesional se plantearán las profesiones para las que, supuestamente, el sujeto es apto y ante las cuales presenta motivaciones positivas. Así también, en el caso de una selección profesional, se tratará, como resultado de la evaluación, de aceptar o no al sujeto para un determinado puesto de trabajo. En un caso clínico se procurará realizar (en el caso de que éste sea pedido) un diagnóstico y/o se recomendará un de- terminado tratamiento.

9. En su caso, diseño (ejecución) y valoración de la intervención. 

Este extremo estará presente tan sólo en aquellos informes en los cuales el evaluador se haya encargado no sólo de la evaluación del caso, sino también del tratamiento y/o la valoración de éste. Cabe aquí incluir lo siguiente: 1) En primer lugar, el plan de tratamiento que se realizó y ejecutó. 2) Asimismo, se dará cuenta de la valoración y, en su caso, seguimiento del tratamiento realizado. Cabe señalar que a la hora de la evaluación del tratamiento se deberá proceder al análisis de los cambios experimentados en las variables dependientes, es decir, los datos objetivos sobre los cambios producidos por la intervención y si se han alcanzado las metas propuestas; igualmente, se tendrá en cuenta si se han producido, también, los predichos cambios en las variables independientes. Todo ello deberá verse complementado con los niveles de probabilidad que facilitan las medidas utilizadas. 3) Finalmente, también se deberá incluir lo que el sujeto, o personas allegadas a él (incluso el propio terapeuta), piensan sobre los efectos del tratamiento efectuado con el fin de considerar la validez social de la intervención (véase capítulo 4).

6. LA INFORMACIÓN DEL INFORME 

Como se ha señalado más arriba, general- mente el informe escrito no es suficiente para lograr una adecuada comunicación de los resultados de la evaluación y se hace necesaria una comunicación oral al cliente o sujeto (o a ambos). Los objetivos a conseguir en la sesión de comunicación de resultados, también llamada «informe de devolución», son esencialmente dos: 1) que el sujeto y/o cliente sea informado y comprenda debidamente los resultados obtenidos, esencialmente aquellos referidos a su demanda inicial, y 2) que ello le sirva para tomar las decisiones pertinentes.











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